A pesar de haber sido víctima de insultos y varias agresiones físicas recibidas de los inadaptados de siempre (que incluyen 3 costillas rotas), a pesar de las marcas en su espalda y glúteos dejadas por los cascos de algún caballo y los palos recibidos de parte de los agentes del orden público, que le costaron una semana de reposo y quietud en el Hospital de Clínicas, y la cacería iniciada hacia su persona realizada por un reconocido número uno del periodismo deportivo (procurando censurar la labor destacada del luchador cansado), éste no cesa en su intento de ilustrarnos con sus comentarios “veraces” semana a semana. La semana pasada (enyesado y en silla de ruedas), acompañado por un guardaespaldas contratado (su mamá), acudió al partido en el que se enfrentaron los primeros equipos de SE.C.I.U. vs. Higiene.
A continuación les transcribo su informe.
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Corresponsal : Toribio Alevoso
Fecha : 3era. fecha
Partido : SE.C.I.U. vs. Higiene
Público : Escaso, por ahí... en la vuelta
- Un coracero que se quedó con ganas de darle un palo a nuestro cronista la semana pasada. Acudió a la cita... por las dudas.
- Algún muchacho de dudosa inclinación sexual, que amplió su zona laboral del Parque Batlle en busca de nuevos “clientes”. (NOTA: miraba con cariño a alguno de los espectadores del juego. Pasados unos minutos se retiró de la cancha (acompañado)).
- Un vendedor de paraguas (dijo estar allí por si cambiaba el clima y empezaba a llover y ser amigo del vendedor de algodón de azúcar y del vendedor de churros).
- Un transeúnte que se aburríó de esperar el 115 a Luis Braile.
- Un cazador de talentos del Equipo de Alto Perú.
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Gran partido gran, nos ofrecieron los equipos de SE.C.I.U. vs. Higiene.
Ambos necesitados de triunfos en la lucha por estar entre los 10 primeros equipos que clasifican para play-offs. La visita (con notorias carencias de plantel) se paró firme en el primer tiempo y pudo disimular en algo sus 12 jugadores contra apenas 5 del local. Fue realmente avasallante, los jugadores de Higiene (gracias a su extenso plantel) no paraban de atacar el arco de SE.C.I.U. desperdiciando una y otra vez ocasiones claras de gol, hasta que en un contragolpe inesperado y aislado llegó el gol del local, injusto con el trámite del partido. A poco del final del primer tiempo, un ave que sobrevolaba el campo de juego, soltó un jugoso líquido blancuzco que impactó en la frente del referee. Esto obligó a suspender por 15 minutos el cotejo, en tanto el juez se realizaba el aseo pertinente. Se reanudó el match y en el epílogo del primer tiempo llegó el gol de Higiene para empardar el cotejo y dar justicia al tanteador parcial. En el descanso, dura charla en el banco del local. Varios de sus jugadores (en especial un defensa medio gordito, que fue vigilante en Oficinas Centrales y creo que su nombre empieza con “V”) no entendían qué estaba sucediendo. Para el segundo tiempo cambió el partido de pe a pa. Luego de transcurridos los 10 primeros minutos de la segunda mitad, comenzó la lluvia de goles de SE.C.I.U., contra un Higiene que no la veía ni en fotos (lo que si veía una y otra vez era como vulneraban a su meta). Con libreta y lápiz en mano, y con la rapidez mental que me caracteriza, saqué la cuenta de la cantidad de jugadores de cada equipo en cancha. Higiene, jugaba con 5 jugadores y soñaba con que se terminara el partido, que a esa altura era un suplicio. Igualmente tuvo la opción de anotar un nuevo tanto, cuando un pase largo durmió en los pies de su promesa, un joven delantero que está haciendo sus primeras armas en el campeonato, que lamentablemente no pudo, cara a cara con el arquero local, transformar el pase en gol. El final del partido mostró un equipo de Higiene con carencias de juego y plantel muy reducido que enfrentó a SE.C.I.U., un equipo que supo manejar el partido, mimando con pases sutiles y acertados a “la reina”, y que encontró los espacios necesarios para convertir y cristalizar el contundente 6-1 final. Cuando nos estábamos retirando del encuentro, noté con asombro que mi guardaespaldas no estaba junto a mi. En su lugar estaban 2 tipos de traje negro que gentilmente me invitaron a subir a su coche. Cuando nos estábamos acercando al coche (también negro y ubicado en la rotonda del estadio centenario) soltaron mi silla de ruedas (evidentemente sin querer). Tomé con velocidad y vehemencia la bajada sin poder ejercer el control de mi vehículo, hasta que me revente la cabeza contra un árbol en la puerta de la cancha de Central Español. Por suerte, únicamente me fracturé la pierna derecha y el caballete nasal, lo que no me impidió acercarles ésta, la crónica de su corresponsal y enviado especial: Toribio Alevoso. Hasta la próxima jornada deportiva.
miércoles, 13 de mayo de 2009
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